«Pensé que no hay tal cosa como darte un motivo único para explicar que soy tuyo. Ya en mi mente te dibujé al recorrerte de memoria: Perderme en tus cabellos. Contarte las pecas y zambullirme en los hoyuelos de tus mejillas. Ver a tus tacones hacer surcos en la mar de asfalto. El perfume de tu piel intoxicando al viento. Escuchar el eco de tu risa, y ver como el sol nace en el oriente de tus labios para acabar en el atardecer de tu otra comisura. La aventura de recorrer tu espalda o beber de tu pecho. El movimiento de tus pies cuando los tuerces al reír por las cosquillas. La sincronía de esa orquesta que hace tu latir junto al orgasmo. Tus uñas incrustándose en mi espalda. Los tres pliegues de tu frente al fruncir el ceño o el de tu vientre cuando te recuestas de lado. El lunar detrás de tu oreja izquierda. El vestido que no usas pero que me encanta en ti… Y entonces, me miraste. Y el universo tuvo sentido. La palabra quedó muda. Solo duró un segundo. Clavaste la vista y en un segundo me diste todo el motivo que podría importar.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 28/nov./2016



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