«Las eternidades también duran poco tiempo. Debí haberlo sabido cuando la vi por vez primera. Robaba la vista de los hombres con su vestido blanco y su andar de princesa. Me perdí en la eternidad de verla caminar tan hermosa, revisando con detalle cada pliegue de su vestido, admirando sus joyas y su peinado; y mientras galantes gentilhombres la bañaban de halagos, regalos y propuestas mil, ella cruzó su mirada con la mía. Eterno segundo que marcó mi alma. Desvié la mirada porque era ilógico… imposible… no cabía razón alguna: los ángeles no se fijan en demonios, y los demonios no se sonrojan por coquetería angelical. Y evaluar mi débil condición me tomó otra eternidad. Le divertía verme perder el control, y cuando el bullicio se apagó y los tiburones regresaron a ultramar sin presa alguna, su mirar colisionó con el mío, dibujó una sonrisa eterna en su rostro y un beso voló a través del viento durante otra eternidad más. Y ahora no la puedo olvidar, por toda la eternidad.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 14/mayo/2017




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