«Empieza el prohibido rito
con el sacrificio voluntario que tu alma,
calcinada de flameantes deseos,  
implora por las marcas vedadas en la carne.

Las ataduras de tus manos
son las llaves que aperturan las celdas
que otrora han escondido del mundo
tus apetitos proscritos y vetados.

No entienden los mortales
que a través de esta oscuridad,
tus ojos vislumbran claramente
los panoramas ocultos a vulgares sentires.

Y te pierdes en las vibraciones de tu piel.
Reverbera en sintonía con el tacto sutil
que el pecado encarnado dibuja en ti,
mientras tus gemidos pavimentan el camino
al reino de tu insana y placentera libertad.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 07/jul./2017





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