«Una pequeña luz verde es suficiente para iluminar toda la habitación. Proviene de esos números de madrugada, esos que la máquina recuerda a la vista que el insomnio ha regresado, mientras el aire se ralentiza, para combinarse perfectamente con la culpa… esa que ahoga, asfixia, y clama a gritos mi sangre… la sangre fría que recorre mis venas… esa que proviene de aquel artefacto biológico que llevo en el pecho y hace a mi cuerpo aún funcionar… pero que se ha vuelto inútil para amar. La noche me abraza. La soledad me abrasa, y el vacío me llama…murmura mi nombre en un eco que reverbera en el alma… Hipnotiza cual melodía perdida en Hamelin… Debo ser una rata… una que baila encantada de falsa vida rumbo al precipicio donde debería esperar la muerte… una muerte burlona y juguetona… esa que aún me deja rondar en este mundo… que no me recoge a pesar de los ruegos. Condena eterna por acto egoísta. Vacuidad eterna para recordar la prohibición impuesta. Justiprecio y penitencia necesaria. La libertad, es la recompensa para nosotros, los ángeles caídos, que hemos de ganar a través de mares de espinas y caminos de lágrimas. Porque nunca se nos prometió un jardín de rosas.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 13/jul./2017



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