«Embelesado quedó el viejo raposo
de la hermosura de la joven Mélide,
y con el corazón prendado, 
clamó a los poderes supremos
olvidaran su pasado rapaz y montonero,
pues se creyó – iluso él – que amar podía,
como otros seres de creación.

Enceguecido por Eros expuso su pelaje
ante la bella ninfa para llamar su atención,
olvidando por completo su vil posición.
Tarde fue para el montaraz enemigo del hombre,
cuando el Cazador enamorado también de la beldad,
le asestó el golpe letal, que sus vivos ojos segó.

Con su perfecto pelambre le hizo objeto de ofrenda,
que bien recibido es por quien en vida amó.
Sin saberlo, ahora sus pieles se tocan, como otrora pidió.
Ironía de la Providencia para el vulpino,
que a pesar de toda su astucia y maña,
olvidó los peligros que conlleva dejarse llevar por amor.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 01º/ago./2017



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