«Quisiera…
Quisiera pensar que me extrañas.
Quisiera pensar que no me olvidas.
Que cada tarde, aún revisas las cartas mías.
Que en silencio, mi nombre, aún te dibuje la sonrisa.
Quisiera que el aroma que emana de la taza de café,
hinche tu pecho de alegría, produciendo los suspiros
ocultos a la vista del mundo, de éste mundo,
que nos dejó a fuerza huérfanos de pausas y caricias.
Todavía quisiera…
Que en la almohada gires tu cabeza y la acurruques,
con tres giros pequeños a la derecha,
como solías hacerlo sobre mi pecho,
mirándome con tu cara de niña traviesa.
Que tu gato dejara de ser arisco en las noches,
y te maúlle más seguido, pues siete lunas le pagué,
para que en su sonido escuches mi murmullo convertido.
Quisiera preguntarte de esas reuniones en la oficina,
recurrentes como maldita homilía cada lunes en la tarde,
que te ponían nerviosa y neurótica en paroxismo,
para besarte en la frente y ejecutar así mi delicioso exorcismo.
Quisiera…
Quisiera pensar que aún tu piel sigue fría…
Que sólo mi tacto, en ella acamparía.
Que tu mirada aún se pierde dentro de la rutina,
y con las pupilas, escudriñas ese último “Te amo”,
que al mil veces parchado y vetusto corazón mío,
por tu voz siempre se estremecía, pues por ti, enloquecía.
Quisiera…
Quisiera también poder olvidarte…
Dejar de buscarte entre tardes frías…
Dejar de masticar madrugadas y asesinar al insomnio…
Dejar de exhalarte entre el tráfico de las seis,
y volver a tenerte conmigo los domingos a las tres.
Quisiera…
Quisiera que sintieras todos estos estúpidos anhelos.
Quisiera ser aún tu motivo de desvelo.
Quisiera…  Quisiera… un alma…
Tener un alma, para vender o trocar,
Sea a los infiernos o a los cielos ¡Pero no!
Sólo cargo éstos huecos e inútiles versos…
Es el predicamento eterno de este demonio,
que por tus labios, todavía sigue hambriento.
Quisiera…
al menos…
por un minuto…
uno solo…
entre mis brazos…
tenerte de regreso.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 27/sept./2017

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