«Tentación que creciente te recorre.
Calcina el pecho con inclemencia.
Araña al pudor.
Rasga a la decencia.
Se agita el pulso y la respiración.
Intoxica la provocación.
Te seduce la prohibición.
Va cediendo lentamente la razón.

No culpes, te lo pido
al inocente fruto ofrecido,
tan sólo es el ícono banal,
al que se ancla tu alma mortal.
Tampoco ha de cargar culpas
la pasión y el deseo que exudas,
que provoca en tu mirar el brillo lascivo
y las marcas en esos dedos mordidos.

El estímulo está aquí para tu deleite
¡Márchate si así lo deseas!
O quédate y ríndele el merecido culto
a los pecados que te ofrece el Caído,
y con molicie, jamás buscar indulto.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 11/sept./2017



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