«Brindar debería, en tu bello nombre…
Por la exquisitez de todos los frutos
que de tus grandes desprecios coseché,
mientras en el pobre viñedo de mis días
se secaban mis caricias siempre amanecidas,
como gotas de rocío en el frío viento mecidas.

Brindar debería, por tu impoluto honor…
Por todas las coronas muy enriquecidas
que en el altar de mis noches te coloqué.
Ante el mundo se erigió la emperatriz,
que gobernó sin piedad mis mazmorras
mientras el vulgo alababa tu sonrisa feliz.

Brindar debería, para agradecerte éste vacío.
Porque ahora el mundo me acusa de vileza,
¡Qué más se puede esperar! ¡Soy un hombre más!
Abrazos serán para la dama que sufre desamor,
y las brasas, para el infame que ya no la ama.
El dedo acusa ligero, mientras la boca, se calla.

Con rostro de fiesta, pavimento mi averno,
y elevo la copa, para honrarte eternamente.
Lección aprendida y con lágrima merecida:
¡No más amores para éste sentimental hipócrita!
Inútil es tanta emoción si las palabras han enmudecido.
De nada sirve el amor, si es descubierto tardío

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 21/nov./2017



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