«Me dijo que era su dueño…

Pero olvidé que ella es viento
de caricias incorpóreas,
y la rozan mis pulmones
en silentes tardes lóbregas.

Me dijo que era su dueño…

Más sus besos de garúa
son azaroso capricho
sobre el desierto de gente
que me ahoga en blanco ruido.

Me dijo que era su dueño…

La abracé con luz de Luna…
La dibujé entre poemas,
exhalando los ocasos  
para robar horas extras.

Me dijo que era su dueño…
y desperté, de mi sueño.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 11/jun./2018



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