«De ser poseedor de tu cuerpo, él siempre presume, más en mi memoria reside la perfecta ecuación para realizar la alquimia que a tu piel brinde la exacta vibración. Él aún necesita desnudarte, cuando tú me has dejado poseerte completamente vestida, y mostrarme que estás hecha de puro arte. ¿Qué sabe él de cómo amarte, si no te ha robado un beso al pasear por un parque olvidado, mientras el ocaso se consume? ¿Qué sabe él de posesión, si en las noches él asume que te muerdes los labios por su causa, cuando es mi nombre al que tu boca apresa para que no brote por equivocación? Me dejaste saber cuán amargo te gusta el café, que no te aburres del mismo libro, y odias esa canción de moda. Nunca ha sentido cómo se aferra tu mano cuando reaccionas celosa, ni ha compartido los latidos cuando se deja al silencio gobernar entre los brazos entrelazados. Tampoco encontrará en el viento los rastros de tu perfume, ni el punto exacto para que de ti brote el néctar más exquisito, y que el primer requisito para alcanzar tu corazón, es dejarte volar, sin motivo, ni razón, ni aviso. ¿Qué sabe de producirte un gemido, con la palabra exacta en tu oído? Él nunca entenderá el ilógico motivo, por el cual te sacias en el placer primitivo que te ofreció éste ángel caído, y aún en tu sueño, a éste demonio, lo haces tu real dueño.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú  • 07/ago./2018



Comentarios

Entradas populares