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«Nada de valía puedo ofrecerte. Sólo tengo estos labios cuarteados, sueños que guardé y que se quedaron oxidados a través de los años, el poder darle refugio a tus latidos apremiados, tres silencios… o quizás mil, mientras dormitas a mi lado, una canción de cuna entre el sol de medianoche y la luna de mediodía, entrelazar las manos y ser motivo de vacaciones para los relojes, mientras leemos versos de algún autor desdeñado.

Nada de valía puedo ofrecerte. Sólo volverte centinela del baúl que guarda mi corazón espinado, mis secretos más guardados, éstos ojos que ante tu sonrisa caminan resucitados, un paseo por taxi sonriendo callados, un café, o un helado, alguna tarde de sábado, una brisa de verano que me de pretexto de abrigarte, jugar con tus cabellos cuando estés en mi regazo y  el descaro de hacerte bailar en la calle, aunque nos señalen como un par de enajenados.

Nada de valía puedo ofrecerte. Sólo el intento iluso de dar muerte a tus dudas y miedos, de contener tus tormentas y mostrarte que hay arcoíris escondidos tras las lágrimas, de acicalarte las alas mientras tu mirada pasea por el firmamento.

Lo sé. No puedo ofrecer un futuro, porque desconozco si mañana habré despertado y la Muerte no me habrá ya reclamado. No puedo ser para ti el amante perfecto, ni príncipe azul, ni partido codiciado. Por tu familia nunca seré aprobado y por el mundo tantas veces seré juzgado y despreciado… y a pesar de todo, sin tener nada en las manos y los bolsillos vacíos, aún camino entre las nubes cuando desafías todo, y escapas de tu palacio, por tan solo recostarte un momento, a mi lado.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú  • 13/sep./2018



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