«Ella me hizo desear que el taxi nunca se detenga y que la parada sea ante una casa sin número, en una calle cualquiera, de una ciudad distante borrada de los mapas, en un país sin nombre, ubicado en un continente aún no formado, sobre un planeta olvidado, en alguna galaxia alejada de la nuestra. Y mientras desvariaba en un deseo tan estúpido e ilógico, mi corazón escapó de la cárcel donde cumplía su sentencia de cadena perpetua y empezó a recolectar de cada segundo que transcurría, el movimiento de sus labios cuando pronunciaba palabras, el brillo de sus ojos que opacaban los haces de neón que se infiltraban por la ventana del auto, siguiendo el ritmo que impone la ecuación física de velocidad y poco a poco esa impronta fue calando bajo mi dermis para tatuarse en ese maldito espacio que llamamos  eternidad. Quise besarla, pero no debía. Había asumido ser su escolta para que su arribo sea sano y salvo de todo peligro, pero olvidé incluir como factor en mis cálculos que yo me había convertido justamente en uno de ellos. Dicotomía constante de desear que todos los semáforos de la ciudad se malogren y se detenga todo espectro cromático sobre un rojo inmortal cuando ella se recostó en mi pecho; aunque la razón gritaba en mi constante silencio que un Caído está proscrito a sus sentimientos. El vehículo se movía más lento y la desaceleración fue el ujier que anunciaba la llegada de la despedida de rigor. Y sonreí de manera agridulce por la enajenación en la que me había sumergido, cómo si ella en verdad pudiera ver en mí, motivo alguno para generar un abrupto latir. Su beso en mi mejilla y su dulce agradecimiento guardé en el bolsillo después que ella cerró la puerta tras de sí. Regresé con el chofer y le indiqué la dirección hacia mi verdadero destino: a darle el tiro de gracia a mi corazón insurgente entre la soledad de una casa con números oxidados, situada en una calle gris que cambió de nombre, en esta ciudad putrefacta que busca desesperada figurar en todos los mapas a pesar de hallarse en un país hipócrita, ubicado en un continente decrépito, sobre un planeta contaminado del cual algún viajero interestelar pasó afortunadamente de largo.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ [Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ]
Lima/Perú • 31/mrz./2019



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