"Un enigma ambulante" le dicen quienes, abriendo los ojos, siguen completamente ciegos. "Inalcanzable estrella" le dicen los arrogantes navegantes que aún no saben elevarse del suelo. "Musa inverosímil" la llaman los incultos pretendientes con alergia a la lectura. "Asesina de suspiros" claman con las manos repletas de teas y picas los simples mortales que no están a su altura. "Coleccionista de caricias" murmullan con dolor entre los dientes los amantes ocasionales, cuyo nombre pasó sin dejarle huella y fueron engullidos por su olvido…  Mientras tanto, ella me sonríe coqueta, incrustando sus luceros en mi mirada, revelándome que es el libro más claro que jamás haya leído y sólo distancia nuestras bocas lo que mide la mesa ocupada por nuestras tazas. Sin miramientos me expone su debilidad por la mente cultivada y que sus heridas han construido a través de los años una fortaleza para su alma y sus sueños, escondiendo las llaves entre líneas de canciones y versos. Más el tiempo, que hizo una parada en nuestra charla, nos recuerda que el mundo ha de girar a pesar de nuestros deseos y con ligereza me deja su número en una servilleta para un próximo encuentro, despidiéndome con un dulce beso… y ahora yo, sonrío, al ver su silueta desaparecer entre la multitud de rostros ajenos. Si algo es cierto, de todo lo que de ella otros dijeron, es que en sus labios reside un adictivo veneno, al que un Caído habrá de retornar, sin remordimiento.

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú  • 10/abr./2019



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