Inhalo soledad con la calma que brinda la eternidad. Le permito obrar sin premura para que destiña tu nombre de mis pulmones y fusile todo suspiro cultivado por sonrisas de un ahora lejano entonces. Ya estos ojos se cansaron de fútiles ilusiones. Los alvéolos se calcinan con la triste toxina, deshaciendo todo vestigio de tus sonrisas y repta con cálida ternura asesina, desintegrando en las papilas la dulzura que procuraban tus besos y tu sonrisa. Ya estos labios se cansaron de azucaradas mentiras. Y exhalo; con el sosiego que brinda la inmortalidad; cualquier sueño y esperanza, para que el viento se lleve entre incorpóreas volutas azul acero,  las cenizas de unas alas ahora rotas y terminen en una distante dimensión los ecos de otrora vertidos “Te quiero”. Ya este corazón, de espinas, ha quedado hecho.

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú  • 03/jul./2019



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