Llegó, mientras moría una tarde de verano. Llegó sin premeditación ni premura, para tomar mi mano y pasear entre recién encendidas luces de neón, con los pasos despreocupados como infantes y con el humor que sólo comparten los amantes. Llegó, sin agenda ni horario, para que todo presente se tatuara en la memoria y con matices de locura, navegamos por una vieja alameda, encontrando entre las capas de polución nuevos arcoíris para alimentar nuestra alocada imaginación. Llegó como el caer de una estrella, para que su mirada se anclara en la mía y su nombre sea susurrado por toda melodía. Llegó, para irse, anidando así su ausencia en mis insomnios, haciendo que mi sombra anhelara el llegar del mediodía para abandonarme y correr tras las huellas que dejó en el viento su aroma. Llegó, para partir, mientras nacía una noche de verano, dejándome inmerso en la locura, pues aún entre el viento siento sus caricias, dibujando en mi rostro una insana sonrisa cuando se elevan al viento las cenizas de una romántica poesía que había nacido en mi pecho al surgir el alba, cuando el primer lucero atestiguó su partida. Llegó, para recordarle a un Caído que el amor también es un fruto prohibido.

— Đᴇsᴠᴀʀɪᴏʂ ᴅᴇ ᴜɴ Ḁɴɢᴇʟ Ͼᴀɪᴅᴏ —

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ |Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ|
Lima/Perú  • 02/jul./2019



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