«Me obsequió un beso vestido de rojo carmín por fuera, pero que sentí me empapaba con color tristeza. Un beso de aquellos que no deja marcas en la ropa, pero se impregna indeleble en la memoria. Lo supe desde un inicio, desde que empecé a dibujar constelaciones cuando cruzaba su mirar con el mío, pero el corazón enceguecido tomó el papel de lazarillo y terminé, como dicta la racional lógica, en un solitario abismo. Olvidé que generarle algún romántico latido para un Caído, es un paraíso prohibido. Fue el tipo de ósculo que deseas no ser receptáculo, porque te deja en las venas el sabor que acarrea la despedida. Me dispensó un último beso, cual estocada de espada hambrienta y afilada envuelta en cortesía, para que goteen adioses tras la abierta herida. Un beso asesino de fútiles esperanzas, letal cegador de futuros sueños, verdugo implacable de un iluso sentimiento, que quedó esparcido entre la tinta de unos versos, que permanecen arrugados en un rincón de mi bolsillo derecho.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 29/oct./2019




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