«Aterrizaste sobre mis páramos yermos, y con tu sonrisa volvieron a la vida antiguos ríos que sin ti, yacían secos. Vida brotaba de las yemas de tus dedos, y se enraizaba en el desierto de sal que conformaba mi cuerpo. Manadas de latidos en mi otrora monolítico corazón, por tus caricias, corrieron salvajes sin freno.  Arribaste a mis días al morir un verano, pero anulaste de mí todo rastro de invierno. Aterrizaste sobre la sombra de mi Sol, y orbitaste alegre en mi firmamento, mientas te soñaba despierto, recorriendo los caminos sinuosos de tu cintura, con el afán de descifrar los códigos secretos que los dioses, bajo tu piel, habían dispuesto. De tus profundidades extraje el néctar más preciado y entre tus piernas, hallé la eternidad que a todo ser antes le fuera negado. Arribaste antes del ocaso, para volverte estrella de medianoche cuando te veía dormir a mi lado. Aterrizaste sobre el lado oscuro de mi Luna, que en tus labios, menguaba de manera hermosa. Entre silencios recorrí tus laberintos y me devoré tus demonios, para hacerlos también míos. Atesoré tus sueños y los volví versos, para que el viento los disperse, y recorran las tardes convertidos en suspiros bajo la sombra de escogidos cerezos. Más olvidé que tenías alas, y así como de los cielos llegaste, partiste hacia ellos.  Y los relojes, empezaron a moverse de nuevo. Creaste un paraíso perfecto de vida y ríos, de árboles eternos ajenos al invierno. Dejaste que las ilusiones jueguen ante mis ojos abiertos. Hiciste que un núcleo pulsara de nuevo… y entre tantas maravillas, tu recuerdo lo volví mi personal satélite, para amainar lo que sin ti es simplemente un rutinario infierno. »

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 24/mayo/2018



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