«Y finalmente, falleció.
Dejó de latir aquel nombre.
Enterró vivos sus recuerdos,
y las ilusiones tontas que nublan la vista
fueron cayendo inertes en el concreto,
una tras otra, sin opción de consuelo.

Ardió en llamas el tejido de Penélope,
y Circe renunció a recitar vanos hechizos.
No hay labios que den bienvenida,
ni ardan al final del desespero.
Odiseo llegó muerto a solitario reino.

Olvidaron que viajó en demasía
rodeado de soledad y desamor
quedando completamente sordo
a las promesas de amor que una sirena cantó.
Se volvió cíclope metódico
a la danza que procura el amor.

Nada le dejaron los dioses
al otrora aventurero corazón,
convertido ahora en un cactus
que se nutre de implacable razón.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 01°/ago./2020



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