«Lo confieso: te mentí. Fue burdo engaño mi respuesta, cuando preguntaste si alguna vez pequé en sufrir de eso que los humanos llaman “amor”.  La verdad es que una primera vez, en tiempos de pretérita juventud, por ella se partieron mis latidos, mis ojos decidieron vagar errantes sobre el viento de la tarde pronunciando su nombre, y dejé que mis ilusiones se fueran marchitando lentamente y sin premura, para sádicamente ver cómo trasmutaban mis otrora cálidas venas, en los gélidos conductos que actualmente hacen funcionar la piedra que ahora con orgullo ostento en el pecho. Y en honor a ese dolor prometí a mis jornadas actuales y futuras que proscrito de mi ser se encuentra todo “amor” terreno. ¿La segunda vez? Vino envuelta en tu pregunta, y por ello mi falaz réplica. Ambos sabíamos muy bien, que jamás podrías mirarme tus pupilas con más curiosidad que la mostrada por un gato a una descuida polilla.  A tiempo mi razón me espetó que no era más, que un destello fugaz en tu firmamento repleto de estrellas, que aspirando besar al menos tu sombra, van en procesión cual devoto séquito detrás de tus pasos altivos.

Lo confieso: te mentí. Fueron una farsa mis palabras, diciéndote que nos veríamos una próxima vez en este mismo parque, un sábado a las tres. No eran mis ganas de gastar lo ocasos en tu compañía, sino mi necesidad de supervivencia y ponerle coto a una quimérica fantasía que crecía, peligrosamente libre, entre mi café y mi almohada, y se vestía con rayos de luna tras alguna silente esquina. Y a fe mía que lograste que nuevamente, por involuntario error, se cayera una sonrisa sobre mi rostro, o se bañaran en arcano brillo mis ojos, si recordaba por algún descuido, tu cabeza sobre mi hombro. Y eso, era algo inaceptable. Mas no temas. Deja atrás toda precaución. Ya aquél sentir se encuentra enterrado, junto a esa insana ansia de querer terminar ahogado entre tus labios. Ambos sabíamos (o por lo menos lo presentiste), que no nos veríamos otra vez, y nuestros caminos estaban destinados a rumbos tan opuestos como separados. Porque los ángeles ya tiene reservados los brillantes cielos, y mi raza, la solitaria oscuridad de los infiernos.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 14/oct./2020



Comentarios

Entradas populares