«Todos hacen la misma pregunta. Todos le temen. No preguntaré qué somos porque la respuesta ya la sabemos con la antelación que obsequia ese oráculo que afinca en el corazón pero que los ateos definen como Razón. Respuesta reducida a una sola palabra, poseedora de un tajante y degollador absoluto: Nada. Simplemente, somos nada. Pero hoy desvaría mi curiosidad, discurriendo por saber qué fuimos, y las memorias se van bifurcando y enmarañando entre exhaladas volutas de humo y el vapor de la taza aun conteniendo placentera oscuridad, hasta formarse, sin querer, un delta que desemboca en el pasado: fuiste el sol de mis mañanas, el sueño que acampó en la cima de mi almohada, la sombra que acompañaba a mi silencio, el suspiro codificado en las notas de algunas canciones  como si fuera un lenguaje secreto, la mirada cómplice que vestía malicia, el paseo anacrónico con modales extintos, el latido renacido, la alquímica fórmula que suavizaba mis espinas, la cita que alborotaba el calendario, la llamada imprevista que esperaba todos los días, el verso espontáneo, el nombre tatuado en una tarde de verano, el puente comunitario que teníamos reservado, el abrazo no pactado, la alegría no confesada, la ilusión resucitada, el oasis detrás del ocaso, la estrella que guardaba en el bolsillo, el hechizo que anulaba mis furias, el beso que se llevaba mis secretos, la absolución a mis pecados, el refugio de un vampiro enamorado… y más, sé que fuiste mucho más en mi universo, y tal fue tanto amor en desbocada expansión que colapsó hasta fenecer sin pausa ni misericordia. No sé qué fuimos, pero sé qué fuiste: fuiste mi todo, y por ello ahora, simplemente, somos nada.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 27/nov./2020





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