«Todo era una obviedad, lo confieso, aún en contra de los anhelos nacidos en los latidos de nuestros senos. Sabíamos con antelación que nuestro deseo es un imposible, una quimérica fantasía diseñada con sueños febriles. Mil y una realidades, más un multiverso de posibilidades, nos despierta en todo momento de este cuento inverosímil. Destinadas están nuestras pieles a no tocarse, y prohibición divina recae sobre nuestros labios para evitar que mutuamente puedan devorarse; destinándolos a convivir eternamente con esta insatisfecha hambre. Sentenciadas están nuestras miradas a buscarnos en el infinito horizonte, para terminar en la garganta con un secreto que se gritará en silencio sobre una solitaria playa, recitando en las venas aquella ancestral oración a las olas, para que se lleven a lo más recóndito de los océanos este sentimiento, como si fuera un mítico tesoro de naufragio. Decretado está que en nuestros firmamentos escrutaremos entre las nubes algún resquicio de ayeres, o los signos de ese vetado futuro que vislumbrábamos, donde no exista ni distancia ni tiempo entre tu pulso y mi aliento… Pero aún me quedan unos versos, una pandilla errante de blues, volutas de humo azul, desbocados ríos de café, mis desérticas sábanas, todas las horas y el eco de tu voz, para imaginar que también reclamas a los cielos este destino, mientras florecen a escondidas tus suspiros, invocando subrepticiamente entre ellos el nombre de este ángel caído.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 25/mayo/2021



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