[ Fairy Tail – IV ]

«Mi corazón se prendó de anónima cenicienta, carente de hadas madrinas o calabaza, sin corceles hechos roedores, pero sí rodeada de ratas que han adoptado figuras humanas. Sin madrastra ni hermanastras, pero todavía huérfana de amor ante cada naciente alba. Cenicienta, en el alma: sus latidos son los grises fragmentos de sus hermosos sueños de sonriente niña, y desde sus bellos ojos ofrenda lágrimas silentes cada vez que el mundo quita de ella la vista. Suspira, y calla. Calla, y aprieta los puños hasta clavarse las uñas…, hasta cuestionarse el sentido de su vida; fumándose cada tarde las penas hasta exhalar las añoranzas secretas. Y los crueles cielos me volvieron testigo inútil de su desconsuelo. Le abrazo fuerte, pero no me siente. Le beso sin cesar, pero ella sólo siente el frío viento. Le susurro mi sentimiento, pero ella sólo ve gotas de garúa sobre el indiferente concreto. Mientras ella anhela la muerte cada noche, yo batallo porque mantenga el aliento y no caiga en tan infame reino; aunque su pesar es tan profundo que ciega está de la devoción que este demonio le profesa, al punto de haber convertido su voz en credo y por ella ser capaz de destruir a todo el universo. Mi latido se rindió ante anónima cenicienta, por cuyos labios dan caza los egos de los príncipes nacidos en todos los cuentos y le recitan junto a mil y un aedos cómo caen embrujados los versos por el aroma de su cabello, mientras observo consumido de cierto celo, a pesar que su nostalgia le ha vuelto atea de todo existente afecto ¡Qué no daría por ser un humano de aquellos y tenerle cerca al menos un momento! Pero ya las campanas suenan, y debo regresar a donde pertenezco: prohibida está la doncella a la cual beso en cada sueño; cuya presencia me hace olvidar este inédito círculo en el cual cumplo condena, destinado a los caídos enamorados de diosas encarnadas. Aquí me encuentro, amándole en silencio, desde la más recóndita esquina de los infiernos.»

© Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
Lima/Perú • 1º/jun./2021

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