[ Ácratas ]

Cap. 2

París es una de las ciudades más bellas que existen. Puedes tomarte un café y escuchar músicos callejeros tocando un buen blues, un rock o una simple canción romántica mientras los mestizos angoleses paseando por las calles desean ser europeos, tan igual que los argelinos. Es la ciudad que te ofrece por una calle el Palacio de las Tullerías y por otra el Louvre; y por otras ingresas a cabinas de la World Net para degustar espectáculos virtuales. 

En los Elyses Champs, Adam sonríe a la guapísima Abril. La conoció en el viaje por avión de Inglaterra a Francia, y le pareció curioso que una chica de Arizona paseara por Europa; y por parte de ella, la alegría de encontrar un compatriota en tierras extrañas, aunque sea de Los Ángeles, una ciudad que no era de su agrado. Ambos tomaban un café y entraban cada vez más en confianza y un sentimiento dulce era compartido, pero no aceptado, por los dos. Para Adam era delicioso ver las muecas de Abril. Entendía mejor a cada momento sus ideas no expresadas en palabras: si se cogía el cerquillo era aburrimiento, si arqueaba las cejas, preocupación... su carrera de periodista iba muy bien con su personalidad. 

– ¿Siempre viviste en Los Ángeles?
– No, digo... sí. Desde mi infancia.
– Playas, bikinis... ¿Qué más pueden pedir ustedes los hombres?
– Compañías deliciosas como tú. – Abril sonrío mientras la sangre le subía al rostro de vergüenza y halago – Aunque he de confesarte que prefiero más Philadelphia.
– Es un lugar muy opuesto a dónde vives.
– Sí, es que... ¿Sabes? Me parece que en alguna vida pasada nací, morí y volví a nacer ahí.
– ¿Morir y volver a nacer? Pero qué dices...
– No me hagas caso... Debe ser la idea de pagar tan caro por un café que no sea tan rico.
– ¿No te gusta acaso?
– Prefiero un tinto colombiano.
– Supongo que estuviste en Colombia...
– Sí. Este trabajo de agente viajero te permite conocer muchos lugares, te cuento que un día... 

Adam se calla de repente. "Demonios, no puede ser" se dice para sus adentros; pero no podía existir error alguno: esa sensación, esa presencia... ya se había desacostumbrado a esa percepción y le afectaba como la primera vez. "Me está observando" continuaba meditando y recordó lo que fue, y que aún no ha dejado de ser, con mucho desagrado. 

– ¿Te pasa algo Adam?
– Eh... ah... No. Lo que pasa es que olvidé una cita importante con un cliente aquí en París... ¿Qué te parece si te recojo en tu hotel a las nueve?
– Muy bien.
– Un beso, preciosa y cuídate.

Adam deja un billete de cien francos en la mesa y sale corriendo. Abril sonríe al verlo tan apurado, sin paciencia, y pensó lo dedicado que es Adam para con su trabajo, y al bajar su mirada se percata de que Adam dejó su preciada agenda y su maletín ejecutivo; levanta la mirada y lo ve detenerse ante un taxi, se queda quieto como recordando algo. "Ya se percató" pensó Abril. "Ahora regresará riendo para no quedar mal...", pero su supuesto es errado. Adam sube al taxi y Abril toma sus cosas y se levanta para dárselas a tiempo pero el taxi parte raudamente. El defecto de los buenos periodistas es su terquedad y persistencia. Y Abril está considerada entre las mejores. Ni corta ni perezosa toma otro taxi y pide seguir al taxi de Adam.

– Americanos, creen que esto es Hollywood. – dijo el taxista.
– No es común... – hablaba Abril consigo misma – Que no se percate que faltan sus cosas... a menos que haya recurrido al pretexto de los negocios para deshacerse de mí... ¡de mí! – el chofer la escucha y sólo sonríe – Disculpe chofer, ¿Dónde estamos?
– Usted me dijo que siga al taxi de adelante y eso hago señorita, y para su entera satisfacción lo hago a la distancia precisa para que no se den cuenta de que lo seguimos.
– Pero ¿Dónde estamos?
– Las afueras de la ciudad y creo que su amiguito se está bajando ahora mismo...
– Es cierto; tome, cóbrese y guarde el cambio... y muchas gracias. 

El chofer después de que Abril baja del auto se percata que sólo queda un franco de vuelto. "Yanqui avara" pensó mientras ponía su taxi en marcha. Abril avanza unos metros y se esconde tras unos árboles. Adam penetra en un pequeño bosque hasta llegar a un claro. Abril no entiende qué hace Adam, quien luego de un prolongado silencio, le escucha gritar furioso:

 – ¡Sal maldito oso siberiano! ¡¿O quieres que te busque para patearte el trasero otra vez?!

De entre los robles surge una enorme figura, de más de dos metros de alto y 200 kilos de peso. Abril se tapa la boca para no denunciar su sorpresa ante el hombre que aparecía en escena. De rostro duro, cabello muy corto, y enfundado de blanco con un pantalón ancho y una polera de cuello alto contrastaba enormemente con la esbelta figura de Adam, de cabello castaño largo y rasgos faciales delicados. El extraño se acerca a Adam quien lo mira seriamente y se mantiene estático.

– ¿Crees que te temo 'Halcón'? Al contrario, sólo deseo vengar esta cicatriz. – respondió el extraño quitándose la polera, y al quedarse en bividí dejaba ver una cicatriz en el cuello que rodea todo su maxilar inferior.
– Pero yo no te la hice...
– La hizo él por protegerte...
– Tú hiciste trampa, y si tanto te molesta, pelea con él y no me jodas...
– Interrumpió nuestra pelea.
– Interrumpió tu masacre; todos vieron cómo te partía el trasero, perdón, tu rostro a golpes y si él no intervenía te apuesto a que no estarías aquí ahora... y ya que tanto lo pides, terminaré lo que empecé, Iván.

Abril los escucha atentamente. ¿Cómo sabía Adam que ese hombre lo buscaba? ¿Tenían ya este duelo pactado? Mientras que ella seguía escondida Adam se concentraba en su oponente. Era Iván pero a la vez no. Era diferente a la última oportunidad en que pelearon: más seguro... y se percibía más fuerte.

– Ven. – decía Adam sin acercarse – ¡Ven hijo de puta!
– No. Acércate tú, perro del Dragón. 

Adam corre con todas sus fuerzas y empieza a luchar mostrando sus mejores conocimientos en artes marciales; pero ningún golpe afectaba a Iván quien los bloqueaba todos. Adam retrocede mientras que Abril se acerca escondida viendo el 'urgente negocio' del agente viajero.

– ¿Sorprendido yanqui? 

Adam no responde, pero en verdad lo está. Desde la última vez que se enfrentaron el nivel de pelea de Iván se había incrementado enormemente..., demasiado incluso. Mira a su alrededor y al no notar la presencia de Abril, deduce que están completamente solos.

– ¿Me buscabas Iván? Bueno, me encontraste...
– ¡Al fin! ¡Quiero ver que tan fuertes están las alas del halcón!

Adam cierra sus ojos y respira pausadamente, pero fuerte a la vez, al punto que Abril escuchaba muy bien su respiración; levanta su mano izquierda y empieza a decir palabras que Abril no entendía, casi como el compás de una plegaria, pero en un idioma irreconocible. De pronto una pequeña esfera de luz se forma en el pecho de Adam, y esa pequeña esfera se escinde en dos para elevarse y colocarse cada una en una mano del americano.

– Te estoy esperando...
– No lo harás más Iván... 

Adam apunta con sus manos cargadas de las esferas de luz a Iván y corre hacia él, quien sonríe confiadamente mientras que su oponente lanza varios golpes con sus manos cargadas de aquella extraordinaria energía que intentan afectar al ruso. Iván levanta su mano derecha haciendo el ademán de detener los ataques, acto que enfurece a Adam, quien descarga con más fuerza sobre Iván sus golpes. Iván sigue sonriente; deteniendo todos los ataques... Adam no lo puede creer.

– Pe... ¿Pero qué mierda sucede?
– Espero que éstos no sean tus mejores golpes... – replica Iván jocosamente y con su mano derecha hace gestos de reprimenda – ¿Y tú me ibas a romper el culo a patadas?

Adam aún esta anonadado, y sin darse cuenta ya tiene a Iván frente a sí, asestando en Adam un fuertísimo golpe con la rodilla en la boca del estómago, y sin darle tiempo a recuperarse le da un codazo en su espalda que lo lanza a unos buenos metros de Iván. Una línea de sangre recorre por los labios de Adam.

– ¿Te sorprende algo tan simple? Bueno, al menos yo no tengo que recurrir a mis invocaciones para hacerte abono de este pasto. – Adam lo escuchaba sin terminar de asimilar los golpes recibidos. – ¿Me dirás que te siga esperando Adam? ¡Levántate carajo! ¡Sé que algo así no te ha dañado en verdad!

Adam empieza a levantarse para satisfacción de Iván y horror de Abril, quien desea correr y gritar pidiendo ayuda, pero su miedo y sorpresa le impiden moverse.

– Has mejorado, Iván. – pronuncia Adam mientras se incorpora – He de ser hidalgo en reconocerlo...
– ¿Hidalgo? Ese es un término para caballeros que no te queda para nada. ¡Yo soy hidalgo maldito campesino! Por usurpar dones recibirás tu merecido...
– ¿Eh...?

Adam ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para asimilar las palabras de Iván cuando ya sentía sobre sí, segundo a segundo, los golpes que le propinaba Iván sin poder defenderse de uno siquiera, a la vez que la risa estruendosa del eslavo le aturdía aún más. Abril empieza a desesperarse también y reacciona al fin: coge una piedra mediana en sus manos y la lanza con todas sus fuerzas hacia Iván con intención de ayudar a Adam. Iván, entretenido en la golpiza no se percata en ningún momento del proyectil hasta que éste impacta sobre su espalda, por lo que voltea furibundo, pero al divisar a Abril solo empieza a reír.

– ¡Qué vergüenza! Lo menos que esperaba de ti es que te escudaras en una humana... – Adam levanta la vista y divisa a Abril – Hagámoslo interesante entonces... continuaremos esto con más escudos... Sígueme Adam... – Iván corre con una velocidad sorprendente y toma a Abril a quien la duerme con un golpe preciso en la nuca. Adam quiere detenerlo, pero los golpes lo han vuelto lento. Iván desaparece entre los árboles con Abril en brazos y luego se ve un auto de regreso a París. Adam entiende a la perfección. El duelo continuará en la ciudad. Se queda sentado unos minutos en el suelo, concentrando sus fuerzas luego de la paliza recibida; luego cierra sus ojos y toma un profundo aliento, empieza a incorporarse y se dirige a la autopista, detiene un taxi a quien le ordena dirigirse raudamente hacia París.

– Juro que si la dañas te mato Iván... – murmuró Adam. 

Momento después, en la puerta del Louvre se detiene un automóvil, de él bajan Iván y Abril semiconsciente.

– Despierta niña, que él ya viene para acá. 

Iván mira hacia el oeste y ve una sombra que corre presuroso hacia él. Era Adam, quien con sus ropas sucias por la pelea previa buscaba desesperado a Abril, y al verla sana y salva se siente más tranquilo para enfrentar a Iván.

– Por lo que veo creíste que la dañaría...
– Iván... – Adam jadea al hablar – ¿Desde cuándo tomas rehenes para enfrentarme?
– Desde ahora. Es más divertido ¿Sabes? Y ya que tú me mostraste tus hechizos, es hora de mostrarte los míos. – Abril empieza a despertar del todo.
– ¡No Iván! ¡Estamos entre humanos! Está prohibido para nosotros...
– Estaba...

Iván suelta a Abril y empieza a formar en las palmas de sus manos esferas rojas de energía muy parecidas a las que formara Adam horas antes. Abril se sorprende por el poder del ruso. Iván señala con su mano izquierda a la cara de un edificio en cuya pared un grupo de personas escuchaban a un charlatán y con la derecha un bus escolar. Abril percibe sus intenciones y grita a la gente que se alejen del edifico mientras que Adam intenta dirigirse hacia el bus escolar. La gente tilda de loca la actitud de Abril, quien por más que grita anunciando las esferas en las palmas de Iván, las personas no observan nada.

– ¿Por quién empezaré? Por la señorita heroica o por la basura de Adam... Mejor por ambos. 

Adam se coloca en la trayectoria entre Iván y el bus, mientras que Abril no sabe qué hacer para proteger a todos los transeúntes.

 – Me divertiré contigo primero, inútil Halcón...

Adam recibe el impacto del poder de Iván a quemarropa. Siente la energía recorrer todo su cuerpo, pero además ese poder no solo era un simple impacto, implicaba recibir una energía destructora que calaba todo el cuerpo y el estado físico de Adam no pudo resistirlo más. Adam se percata que sus costillas empiezan a quebrarse una por una y cae de rodillas en la calle. Iván lo mira y empieza a formar una nueva esfera más grande en la mano derecha mientras mantenía aún en su mano izquierda la otra esfera.

– Esperaba más de ti Halcón. – Adam intenta levantarse – ¿Crees aún que me puedes detener?
– No. Él no lo hará. 

Iván escucha otra voz, y antes que volteara para ver quien le hablaba recibe un golpe a manera de látigo en toda la espalda. Adolorido se levanta y observa a un oriental acercarse hacia Adam para total sorpresa tanto de Iván como de Abril.

– Hi... Hiro... – balbucea Adam.
– Tranquilo Adam–kun..., él está aquí.
– ¡Oye tú! ¡Quién mierda te crees! – grita Iván.
– No es de mí quien debes preocuparte... – Sino de él... – le respondía el oriental mientras levantaba su mano señalando las espaldas de Iván.

Iván gira y recibe de lleno un golpe en el pecho que lo lanza varios metros hasta empotrarlo en una pared, lo que sí llamó la atención general de los peatones. El extraño que golpeó a Iván se acerca a Adam.

– Que imbécil eres Adam. Hiro, llévalo al auto... ¡Hayaku! [¡De prisa!]. – el aludido actúa con prontitud. Abril se acerca a Adam y el oriental le pide subir dentro de un auto que mantenía el motor encendido.
– No te preocupes Abril... – murmura Adam – es amigo mío. 

Iván que no podía moverse y a duras penas respirar, reconoce a quien lo atacó y lo ve acercarse:

– Tú... Deberías estar muerto...
– Tú lo has dicho... Debería... Pero no intentes moverte por favor, es que tienes rota toda la columna. Disculpa que no me quede para verte morir y no saber explicar las cosas a la policía... – las sirenas empiezan a sentirse a lo lejos – Pero he de ser condescendiente contigo... – saca de su espalda una pistola y pone el cañón en la frente de Iván, quien empieza a sudar frío – Dile a Hans que si quiere mi cabeza, que venga personalmente. – un sonido seco y el olor a pólvora a la vez hacen que la gente corra despavorida. Abril lo mira desde el carro con desconfianza.
– Tranquila... es de confiar. – dice Adam a duras penas – Gracias Hiro. 

El extraño guarda su arma en la espalda nuevamente y sube al auto deprisa. El oriental acelera y a unas cuadras ven dirigirse a dos patrullas al Louvre. Abril se pregunta si es un sueño o no. Adam se acerca a ella.

– Disculpa Abril, pero en verdad te debo una explicación y es que tengo tanto que contarte. Pero antes déjame presentarte: él que conduce es Hiro Mikage, es japonés y también vino a París conmigo... – Hiro sonríe amablemente a Abril – y el que no puede dejar de fumar como ves es...
Kare wa hikari no yami. – dice Hiro. Adam sonríe y se dirige a Abril.
– Él es Larn Solo, pero Hiro lo define en su idioma natal: 'La oscuridad de la luz'.

[ continuará ]


© Ͼʜʀɪʂᴛɪᴀɴ 木下

┤Lima/Perú • 1998├

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