Cuesta, y mucho. Cuesta no desear llevar atrás al tiempo y congelarlo. Cuesta no destruir al universo como justiprecio para un milagro. Cuesta encontrar dosis extra de entereza para soportar el avance de un inmisericorde calendario, un avance proporcional a este duelo, una expansión que no cesa y a la vez, exige mantenerse exento de zozobra, carente de tristeza e inmune a la pena. Cuesta. Como si acaso tus huellas pudieran ser borradas de tantas almas que tocaste, como si acaso las canciones pudieran dejar de llamarte, como si las margaritas no dejaran de evocarte, como si las rimas pudieran ahogar el eco de tu risa. Sólo sé que hoy me llegarán sinceras palabras de aliento, cálidos abrazos repletos de afecto, completo respeto envuelto en silencios. No los culpo, por el contrario, les agradezco. Cada quien siente tu partida en su propio espectro y tu ausencia no es exclusiva para un único latido. Están tus más amados, quienes diariamente batallan contra el espacio en blanco en la mesa y la carencia de tu voz respondiendo cuando tu nombre es pronunciado. Están quienes no te escriben, pero te mantienen inherente a su rutina, y mirarán por unos segundos al viento y sin mediar palabra, rodeados de nostálgica privacidad, pronunciarán tu nombre con melancolía. Están quienes volcarán su arte en merecidos panegíricos para tu soberbio legado, que sin quererlo a miles de corazones ha sanado. Habrá también oportunistas fariseos y arribistas que se arrogarán sentires ficticios e inventados, pero debo decirte que no te preocupes, que de ellos me encargaré personalmente en el infierno… y habrá un demonio bebiendo un café a tu nombre. Un último café dueño de un sabor doliente. Un último café teñido de congoja. Los que vengan, serán de recuerdos alegres, de esos que dibujan la sonrisa cómplice a solas, de esos que realmente eran marcas registradas de nuestras tertulias. Costará, sin duda, pero siempre me dijiste que te disgustaba la idea que tu nombre esté rodado de lágrimas. Así que no me reclames este último llanto, gemela maligna; que es mi tributo final a la aflicción de no tenerte entre mis sábados. Un último café, sin ti. Los que vengan, serán todos los que habré de cobrarte, con alevosía y ventaja. No tendré clemencia en reclamar todas las conversaciones adeudadas. Lo sé, costará: que no te quede duda, pero también tengo la certeza que así es como te hubiese gustado que sea. De ello, no tengo dudas. Hasta pronto, mi adorada gemela.

— B / ᴜɴ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴄᴀғᴇ́ —
┤Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ / Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ├

┤Lima/Perú • 11/mayo/2022├




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