Después de haberle dado dos vueltas a nuestra estrella, quise escribirte los versos más bellos, la oda perfecta, el merecido panegírico a tu sonrisa cálida, a tus versos que cobijaban sentires y calmaban los pesares que suelen vestirse de silencio; pero no soy el autor adecuado para lograr ese mérito, sólo soy un aficionado a las letras que en escasas veces atina en unas cuantas palabras. Lo que sí puedo y suelo hacer es verte todavía danzando entre margaritas, oír tus consejos a través del viento, sentir que no te has ido, sino que en cualquier momento sonará el teléfono y me contarás sobre el trabajo o tu última idea para una historia de miedo o tus ideas para el grupo que permitió conocernos y que tanto amabas y al que le entregabas sin descanso tu atención y tu tiempo. Lo que también puedo y hago es recordarte como te prometí: sin llanto ni tristeza, sino con la sonrisa que conlleva de manera innata tu recuerdo. De la nostalgia nada te prometí y me reservo, como de todos quienes te amamos, ese irrogado derecho. Para nuestra suerte, si bien hay distancias que quizá no pueden eliminarse de inmediato o en corto plazo, todas, inexorablemente, llegan a su fin. Lo que por ahora nos separa, pronto dejará de existir y es justo en esa muerte donde las almas se vuelven a reunir. Lo sé: sé que para esos lares la sentencia dictará que estemos en playas separadas, pero aun así (tal como hicimos antes), nos sentaremos a conversar desde nuestros extremos. No será la primera ni la última vez que me hables desde el angelical cielo y te responda desde el vasto infierno. Después de recorrer nuevamente nuestra estrella, quise escribirte hermosos versos, una letanía a tus letras, una canción a tu mirada y sin que [me] domine la lágrima. Como ves, sólo pude cumplir en no llorarte, porque de ti aprendí que no importaba cuánto nos golpeara todo, siempre hay motivo para sonreír… y [me] dejaste tantos bellos recuerdos que aún ahora, aunque no estés, todavía me provocas esa sonrisa que acompañaba nuestras charlas escoltadas por incontables tazas con café, ese brebaje ennegrecido que nos hermanaba más que la propia sangre, la tinta que escribía nuestras largas tertulias, la cómplice deuda que todavía tenemos pendiente de pago, pero que en cualquier momento me tocará saldar. Finalmente te confieso que hay algo en lo que definitivamente no te pude ni podré cumplir: dejar de extrañarte, aunque el mundo siga girando alrededor de nuestra estrella muchas veces más.

— B / Esᴇ ᴄᴀғᴇ́ ᴏ̨ᴜᴇ ɴᴏs ᴅᴇʙᴇᴍᴏs —

Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ |Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ|
┤Lima/Perú • 11/mayo/2023├



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